La Canción Ranchera
La canción ranchera es un género musical popular de la
música mexicana, ampliamente ligada a los mariachis. Sus orígenes datan del
siglo XIX, pero fue desarrollado en el teatro nacionalista del período
post-revolucionario de 1910 y se convirtió en el ícono de la expresión popular
de México, un símbolo del país, que fue difundido con gran éxito por varios
países latinoamericanos especialmente gracias al cine mexicano de las décadas
de 1940, 1950, 1960 y 1970, causando profundo arraigo entre los sectores populares
y medios.
Las canciones rancheras han llegado a ser uno de los
géneros más representativos de la música mexicana (que tiene diversos estilos
regionales), evolucionando desde el escenario local y campesino hasta la
conquista internacional.
Los cantantes profesionales de este género
desarrollaron un estilo extremadamente emocional, una de cuyas características
consiste en sostener largamente una nota al final de una estrofa o línea,
culminando en una "terminación fundida".
En cuanto a las letras, predominaron en un comienzo
las historias populares relacionadas con la Revolución Mexicana, la vida
campesina, los caballos, la familia, los bares y cantinas y las tragedias
amorosas. Posteriormente las temáticas se han centrado especialmente en el amor
de pareja y como sucede con todo ritmo que se "internacionaliza", su
capacidad para contar historias populares se ha debilitado por cuenta de la
presión de los productores musicales.
Cuestionario
1. ¿Cuál es el origen y el desarrollo de la canción
ranchera?
2. ¿A qué se refiere el texto cuando dice que los
cantantes de ranchero culminan en “una terminación fundida”?
3. ¿Cuáles son los temas de la canción ranchera?
Ella
Letra y Música
de José Alfredo Jiménez
Ya no quiso escucharme,
si sus labios se abrieron fue pa´ decirme:
ya
no te quiero.
profundo y negro como mi suerte.
Quise hallar el olvido al estilo Jalisco
pero aquellos mariachis y aquel tequila
me hicieron llorar.
Me cansé de rogarle, con el llanto en los ojos
alcé mi copa y brindé por ella.
No podía despreciarme, era el último brindis
de un bohemio, por una reina.
No podía despreciarme, era el último brindis
de un bohemio, por una reina.
Los mariachis callaron, de mi mano sin fuerza